domingo, 25 de marzo de 2007

Noche en Tiwanaku


Terminamos de comer la mas exquisita cena de la travesía y el cielo me regalaba libertad, inmensidad, aire, comida para mi ser.
Recostado sobre la húmeda tierra, con las luces apagadas, respiro tiritando al borde del llanto y las estrellas vienen a mi en reiteradas veces. La luna me agradeció y hoy se ausentó para terminar todo en la simpleza y grandeza del cielo.
Los Tiwanakotas me bendijeron y cuando soplé, paro de llover; busque alimento, real alimento y me llenaron de luz. Benditos mis ojos que aun se maravillan, mi ser que estalla bajo el infinito y lo increible de la noche.
Por una América unida!.

martes, 13 de marzo de 2007

QUE SERIA DEL SOL SI NO TUVIESE A AQUELLOS PARA QUIENES BRILLA